El optimismo de la esperanza cristiana está precisamente siempre insatisfecho. La esperanza implica insatisfacción. No reduzcas tu optimismo a la satisfacción, ni creas que es bastante lo que has hecho, descartarías la capacidad de donación como imagen de Dios y te instalarías en el ahora.

La esperanza es siempre insatisfecha, sin llegar a ser intranquilidad o agitación, sin insultar al presente. El futuro cuenta contigo, te propone una tarea que te compromete íntimamente y en la que te arriesgas, porque sin riesgo no hay novedad. Si contaras con todos los recursos, no aportarías nada nuevo, no mejorarías, no contarías con nadie, no tendrías esperanza.

Adelántate siempre en el amor con esperanza, siempre insatisfecho por amar más y mejor. Ésta es la verdadera autoestima. No saberse valioso, ni auto convencerse de grandes posibilidades personales, sino saberse y sentirse amado. Es uno de los errores modernos que más se filtra en los diagnósticos psicológicos y que se disfraza de trastornos emocionales.