Quien vive sin pensar, no puede decir que vive.Pedro Calderón de la Barca (1600 – 1681)
  Pedro Calderón de la Barca (1600 – 1681)

Literalmente es cierto, pues si uno no puede pensar, tampoco podrá físicamente hablar y decir que vive.

Antropológicamente es incorrecto: vivir es amar, ya que lo esencial de la vida es el amor. Pues el pensar no es lo más elevado del vivir del hombre. Sin embargo, hechos por el Amor y para el Amor, quien no ama, sí podría decir que no vive (si fuera muy sincero consigo mismo), pues vivir es ir al encuentro del Corazón de Jesús, es un crecer siempre nuevo y más pleno, un descubrirse a uno mismo cada vez más hijo en el Hijo, es el encuentro con la Verdad que desvela nuestra identidad cada vez más libre, es «cantar» la belleza del amor inmenso de Dios, destinar el corazón a nuestro Padre para que nos revele eternamente nuestra identidad. Y ésto es lo alucinante: ¡que nunca acabaremos de gozar de conocernos y destinarnos en el amor!

«Pensar» no es, pues, lo más importante, de hecho ni siquiera pensaremos en el cielo, pues es un proceso físico inferior a la intuición y a la contemplación, que serán los principales movimientos intelectuales.

Si con esta frase sin embargo, se quiere defender lo importante que es, en el orden natural, el pensar para ir descubriendo la verdad personal que cada uno tiene que encontrar y descubrir en su vida, entonces ¡brindemos y alegrémonos!, pues hemos descubierto, por fin, el motivo de que la gente ya no sepa quién es, pues pocos sabrán detenerse en estas líneas reflexivas y descubrir la llamada que Dios les hace de no parar de amar con intensidad para encontrarse con la Verdad del amor divino en la destinación de su amar personal.

Ahora sí: el pensar debe de encaminarnos al amar o no sirve que para condenarnos.

Diego Cazzola