La principal razón por la que los alumnos de la ESO suspenden no deriva de los innumerables trastornos de dislexia o de la atención (TDAH), tampoco depende de una pobreza intelectual, sino principalmente de dos factores: la escasa motivación intrínseca a crecer en el saber (maduración intelectual) y una falta de estudio planificado y organizado con lógica. A éstas se les puede añadir un exceso de uso, por un lado, de las nuevas tecnologías, especialmente redes sociales (WhatsApp, Twitter y parecidos), consumo digital (Youtube) y videojuegos, y por el otro por un aburrimiento dado por tener demasiadas cosas y actividades continuamente al alcance, es decir, una saturación de posibilidades que suscita apatía y que inhibe la capacidad de asombrarse por las cosas más sencillas, así como de desear aquello que exige esfuerzo hasta el punto de mover la voluntad personal. Si el entorno familiar no puede o no está suficientemente despierto en la influencia de todos estos factores, el fracaso escolar será la punta del iceberg que delatará la situación de incompatibilidad con una vida de estudio concentrada y dedicada a ello. Estudiar, en su sentido más amplio, implica un equilibrio y un orden interior, y por lo tanto una mínima capacidad de priorizar entre nuestros deseos y necesidades. Sin ese equilibrio se puede sobrevivir, se puede iniciar alguna actividad a medio plazo, pero no se puede ser una persona capaz de investigar por medio de la razón, ni se puede ser un referente educativo capaz de acompañar a otros en su crecimiento, ni de innovar y sostener iniciativas buenas y complejas a largo plazo, que es lo que construye una sociedad realmente. De allí deriva que hoy en día se estén apoyando y difundiendo fácilmente a nivel político, educativo y moral teorías equivocadas sobre el ser humano sin ningún fundamento. Porque entender el bien, desearlo cuando se muestra arduo, saber descartar lo malo y perseverar en el bien sin distraerse por las sensaciones o dejarse guiar por la emocionalidad tan lábil y frágil que presenta el ser humano, es una tarea exclusiva del hombre virtuoso, que es quien tiene este orden mental que estoy poniendo a la base de todo desarrollo intelectual y educativo.

EstudiandoDicho esto a modo de breve introducción sobre lo que esconde por lo tanto el fracaso escolar que yace debajo de tanto estudio y esfuerzo académico (aunque en ocasiones no es tanto), quiero resumir los puntos más esenciales de la metodología MdE360 que propongo siempre para salir adelante con los estudios.

Antes de ver los dos puntos centrales del estudio es preciso recordar la gradualidad de la incorporación de la técnica de estudio, ya que tiene mucho sentido a la hora de crecer al mismo tiempo en la técnica, que tiene que ver con el saber cómo se debe de hacer algo, y en el hábito, que es la capacidad de llevarlo adelante en cuanto a recursos psicológicos y anímicos.

Estas 3 etapas de la incorporación ideal de la técnica de estudio se colocan al final de primaria, al principio de secundaria y entre secundaria y el bachillerato.

Primaria

Lo primero que hay que investigar es cuándo se empieza a estudiar de forma realmente estructurada. En mi opinión desde 4º de primaria (9-10 años) ya se puede empezar a estudiar con cierta organización. El estudio será casi un mero traslado de las ideas del libro a un papel, pero, aunque la elaboración conceptual sea muy simple y muy poco exigente, esa copia de ideas se hará enmarcada y estará manifestando la estructura conceptual que viene en el mismo libro, por lo que esa copia es buena y útil. Además permite una mínima reelaboración de las frases, un emplazado del texto personalizado y manual, la incorporación de ciertos signos propios de la esquematización como las abreviaturas y las flechas o los guiones, el añadido de cuestiones aportadas por el profesor y apuntadas en el libro, etc. Pero sobre todo pondrá al alumno en la obligación de sentarse un tiempo fijo en su cuarto a trabajar, empezando por una tarea no tan exigente como la de secundaria, pero igualmente útil para introducirse a los hábitos de estudio, tan importantes como la metodología empleada. Además, esos esquemas, aunque sean sencillos y conlleven poca elaboración personal permitirán el ejercicio de la repetición de los conceptos en voz alta, esto es, la memorización, evitando que se haga directamente del libro y forzando el abandono del estudio memorístico del texto. Esta desvinculación es muy importante porque es el motivo principal de fracaso en la secundaria, donde estudian leyendo una y otra vez los párrafos del texto y haciéndose incapaces de reelaborar ese aprendizaje, personalizarlo y, por lo tanto, saberlo comunicar. Al introducirse en secundaria el elemento “cantidad de materia”, es bueno que por lo menos desde 5º y 6º de primaria el alumno se esté acostumbrando a memorizar partiendo de su escrito (aunque no esté muy elaborado personalmente, repito), en modo que cuando tenga que hacer eso mismo en muchas asignaturas y con mucho contenido, la atención y el esfuerzo no se centren en adaptarse a esa mecánica, sino sobre todo a la cantidad de conceptos que se tienen que abarcar con ella.

Secundaria

Si desde primaria se está asumiendo este tipo de técnica de estudio basada en el esquema y la repetición, en secundaria (de 12 a 15 años) nos centraremos por un lado en que ese hábito de estudio se consolide para poder crecer (pasando de una hora diaria a dos, aproximadamente) y por el otro facilitaremos la atención más específica a un contenido que empieza a ser más exigente. El contenido académico suele crecer circularmente a lo largo de las diferentes etapas escolares, es decir, se va viendo lo mismo, pero cada vez con más profundidad y complejidad. El hecho de asimilar adecuadamente los contenidos de primaria, permite asentar estructuras conceptuales a las que se irán enraizando los conceptos posteriores y permitirá además no una simple creación de conceptos, sino su expansión. Por poner un ejemplo que ayude a entender esta idea que es muy importante, podemos mencionar el estudio de la célula. No es lo mismo empezar a estudiar la célula con toda su compleja biología que ampliar unos estudios iniciales ya dados previamente de forma muy sencilla. Otro ejemplo de este principio extraído del márquetin es el tráiler de las películas. No está pensado sólo para hacer publicidad de la película, sino para generar expectativas y suscitar el deseo de verla. La información que se propone está seleccionada específicamente para que ni reste nada a la película, ni deje indiferente, esto es, tiene que generar expectación sin desvelar lo esencial. Algo parecido ocurre con la ampliación en espiral del currículo académico de primaria a secundaria.

Lo que se mantiene en secundaria y que a veces no se trabaja como se debería es, sin embargo, la necesidad de practicar el contenido de las asignaturas instrumentales, esto es, los idiomas (sobre todo el propio) y las matemáticas (o en general las ciencias, si incluimos la disciplina de Física y química). Estas asignaturas exigen no sólo alcanzar un conocimiento, sino desarrollar su aplicación concreta de forma lo más automatizada posible. En otras palabras, no es cuestión sólo de saber cómo se resuelven unos sistemas de ecuaciones de segundo grado, hace falta saber hacer todas las operaciones implicadas de forma automatizada y correcta. Éste es uno de los errores típicos en secundaria que a veces ya se aprecia en primaria. Un alumno no puede resolver rápidamente sistemas de ecuaciones si no sabe despejar las incógnitas con cierta soltura o realizar las operaciones básicas correctamente y sin dedicarle esfuerzo. Este concatenamiento de capacidades tiene que crecer no sólo en amplitud, sino también en profundidad, es decir, tiene que ser cada vez más automatizado, para que las tareas de niveles más simples no coman los recursos mentales necesario para desarrollar las tareas más complejas. Esto vale para las matemáticas, pero también para los idiomas, ya que los idiomas también se aprenden según esta lógica de apilamiento interrelacionado. Sobre los idiomas, y en concreto sobre el bilingüismo tan de moda como exigido hoy en día, añadiré algo importante, pero al final del escrito.

De secundaria a bachillerato

El salto de secundaria a bachillerato (de los 15 a los 17 años) implica una exigencia muy importante. Por un lado aumenta nuevamente la cantidad de conceptos, por el otro su exigencia a nivel abstractivo es mucho mayor. Entrar en esta etapa sin una metodología de estudio no sólo clara, sino arraigada, hace bajar el rendimiento y, además, puede aumentar la frustración (aunque no el fracaso necesariamente), porque el deseo de aprender y la percepción de la propia capacidad están presentes, pero la exigencia estará puesta ahora en abarcar mucho contenido complejo, lo que exige necesariamente una metodología para organizar el contenido a estudiar y una capacidad para elaborarlo y memorizarlo. El alumno sabe que puede, pero ahora tiene que dar más de sí y eso aumenta la autoexigencia promoviendo la frustración personal o, en el mejor de los casos, el estrés. En el caso de la frustración sólo se puede resistir, aceptar esa bajada de rendimiento, dirigir las metas en función de lo que se nos da mejor o peor y finalmente aguantar firmes mostrando el máximo esfuerzo e interés, algo que siempre ayuda en la psicología de la relación profesor-alumno. Con el tiempo la especialización de la materia, el cambio de centro y profesorado (universidad), la aplicación de estrategias de afrontamiento, etc. podrán ayudar a rebajar, e incluso eliminar, esa frustración.

Dicho esto podemos pasar a presentar los errores más graves que observo en secundaria y que más inciden en el fracaso escolar. Es importante verlos antes para enfocar adecuadamente la propuesta en positivo:

  • Un estudio basado en la lectura repetida cercana al examen o esporádica del texto del libro

Ya lo hemos dicho, pero es el más importante. No se puede estudiar leyendo simplemente del libro una y otra vez. No se puede por dos razones. La primera es porque la neurolingüística ha demostrado que nuestra forma de estructurar el pensamiento es proposicional, por lo que la incorporación de información en ese formato debilitará una reelaboración del contenido aprendiéndose de memoria y con esa misma estructura proposicional. La segunda es por una cuestión técnica, ya que con el tiempo la cantidad de conceptos a abarcar no harán viable esa técnica para el estudio de gran cantidad de información en poco tiempo, como se da en la universidad, por ejemplo.

  • La consideración de que el estudio consiste en realzar el cuaderno y las actividades;

Al no tener el alumno una exigencia real de estudio, se dirige a las tareas como objeto principal del mismo. Lo importante viene a ser hacer los ejercicios del final de la unidad o completar los que se hicieron en clase. Eso, a pesar de todas sus bondades, ni es suficiente ni desarrolla un mejor aprendizaje de lo que está realmente presente en las unidades didácticas. De hecho es un tipo de tarea pensada más para comprobar si se ha entendido la unidad o repasarla que aportar conocimiento o permitir reelaborarlo. Sin embargo, exige en ocasiones una cantidad de tiempo que descentra el aprendizaje de forma importante.

  • Un desaprovechamiento del uso de la agenda y su potencial para la planificación del estudio.

La agenda es otro punto muy débil del trabajo del estudiante. Es vista como un objeto raro con muchos datos que parecen inútiles (horarios, mapas, tablas, notas, etc.) y se le atribuye un sentido tan básico como apuntar cosas que puedan ser necesarias para ciertos días (cosas que hay que traer, exámenes, etc.). En el mejor de los casos se apuntan las tareas que se mandan en el día, pero en el mismo día que son mandadas. La agenda sin embargo, como veremos, es una herramienta para trabajar la planificación, distribuir las tareas a lo largo de la semana, desarrollara la responsabilidad personal con respecto a lo que debemos de hacer y, además, permite un seguimiento por parte de los padres de lo que se ha mandado, para cuándo será, en qué días el alumno piensa realizar eso y cómo está gestionando el tiempo de estudio en relación a las demás actividades extraescolares e incluso familiares. Un buen uso de la agenda reduciría muchas horas de psicólogos que supuestamente están cobrando para trabajar las funciones ejecutivas como la memoria o la atención.

  • Una inadecuada intervención de los padres en la organización del estudio del hijo (bien por exceso, bien por defecto).

Es bastante común ver a los padres intervenir en el estudio de su hijo donde ven que él no puede. Así empiezan por estudiar con él, pasan a hacerle los esquemas y terminan por saber más ellos los temas que su hijo, además que su hijo ni los sabe, ni sabe estudiarlos ni se sentirá satisfecho consigo mismo, por lo que terminará diciendo que los estudios no son para él y que en realidad eran los padres que querían que siguiera estudiando. Evidentemente los padres siempre obran con buenas intenciones (o nunca he visto lo contrario). El problema está en que los centros no enseñan a estudiar y cuando los padres ven que se le exige a su hijo hacerlo en casa, tienen que ponerse a ello. En un momento dado ocurren dos posibilidades: o bien siguen haciéndolo hasta entrada la secundaria haciendo de su hijo un vago incapaz de alcanzar sus propias metas académicas o bien al llegar la secundaria, cansados, no sin cierta razón, de estar tanto encima del hijo y ver lo poco efectivo que es, deciden dejarle en manos de los nuevos profesores de secundaria. En este segundo caso se estrellan con muchos suspensos en el primer curso y, en caso de que la familia presente una situación compleja (fallecimientos, separaciones, convivencias difíciles, enfermedades o accidentes, etc.) se busca enseguida un neurólogo o psicólogo que lo diagnosticará de Trastorno por Déficit de Atención en alguna de sus variantes. Acto seguido empezará el calvario de ver que la medicación ayudará algo el primer mes, que con el tiempo cada vez será menos eficaz, para terminar afectando con un comportamiento más agresivo o problemas de sueño y apetito. Desde luego que los estudios seguirán yendo mal, por lo que se pedirán al centro medidas propias para este tipo de alumnos. Así quedará en su expediente que es un Alumno con Necesidades de Apoyo Educativo (ACNEAE) y se pasará la pelota de la medicación al centro, sin percatarse que las medidas previstas por esa ley no son mínimamente suficientes para el problema de ese alumno.

A modo de resumen, repito que el drama del estudio en secundaria es el estudio directo sobre el libro y sin un trabajo personal basado en papel y lápiz. Ni planifican cuándo estudiar cada asignatura, ni tienen un criterio útil para decidir cómo estructurar la tarde de estudio. Terminan por perder mucho tiempo en su cuarto haciendo simplemente las tareas mandadas en ese día y leyendo lo que les parezca necesario en ese momento.

Es preciso definir entonces cuales son los puntos esenciales que hay que introducir cuanto antes en secundaria para ayudar al alumno a descubrir que puede estudiar y aprender, que es duro pero satisfactorio, y que debe de conocerse para adaptar esas estrategias metodológicas a su modo de ser. Para esto hace falta tener presente cómo funciona el sistema educativo, cómo es el ser humano a nivel antropológico y en su corte evolutivo y tener paciencia en acompañar al alumno en su descubrimiento, sin caer en la tentación ni de abandonarle ni de hacerle el trabajo.

Aspectos centrales para el estudio

 Los aspectos más esenciales que en mi opinión se deberían de proponer desde el centro a la familia y no sólo a título individual, son los siguientes:

Un estudio basado en esquemas realizados a mano por el alumno

El alumno tiene que estudiar sobre sus esquemas y no sobre el libro. El alumno tiene que aprender a estar atento en clase para comprender el contenido, realizar la lectura de ese contenido en casa la misma tarde (o cuanto antes), hacerse un esquema de los conceptos y repetirlos (posiblemente en voz alta) los dos días siguientes. Es clave que el alumno repita las ideas según el esquema que ha elaborado y se apoye en éste para la memorización del contenido, no en la repetición del texto del libro. Una vez que tenga claro el esquema de las ideas se podrá elaborar un resumen, pero no antes, de lo contrario el resumen sería desorganizado o resultaría una copia de las frases destacadas del libro, además que el aprendizaje sería rígido y no se daría esa posesión dinámica y personalizada del contenido.

Evidentemente, el profesor tiene que enseñarles a los alumnos a realizar esa extracción de ideas de forma estructurada y lógica, visualizando las categorías conceptuales y enseñándoles a representarlas en un papel, así como expresarlas por la vía oral y escrita apoyándose en ese trabajo. Si no lo hiciera el profesor, los padres  o un profesional deberían enseñárselo al alumno de forma gradual y dirigida a comprobar primero la efectividad del método en alguna asignatura, luego a extenderlo a otras asignaturas y finalmente en dejarle personalizarlo. Aprender es esto: comprender las ideas, categorizarlas adecuadamente integrándolas con las que ya se poseen, memorizarlas repitiendo esas ideas, y saber expresar, e incluso comentar, después  de un tiempo (en algunos casos, también saberlas aplicar y usar). Este aprendizaje es progresivo: empieza, como hemos visto, en el tercer ciclo de primaria y tiene que estar controlado en 2º de la ESO. A partir de 3º de la ESO lo central no debería de ser la técnica, sino aprender a usarla para contenidos académicos cada vez más exigentes como numerosos.

Es importante que en clase se manden los deberes para la siguiente clase en modo de obligar una planificación de esas tareas en casa por medio de la agenda. De este modo se fomentará la implicación personal, la responsabilidad y que los padres puedan seguir la dedicación del hijo en sus deberes (comprobando con la hoja de tareas que tienen). La agenda tiene que ser una herramienta esencial para el alumno, sobre todo para planificar el estudio en casa, y su aprovechamiento es hoy en día prácticamente nulo.

Es fundamental para la enseñanza escolar corregir rigurosamente en clase los esquemas, los cuadernos y los ejercicios, y debería ser tan importante, o incluso más, que las explicaciones del contenido teórico, ya que este último se puede trabajar en casa y en el peor de los casos no se comprenderá bien, pero no será tan grave como aprenderlo mal. Hacer ejercicios con errores y no corregirlos es la mejor forma de generar un aprendizaje incorrecto. Y es importante recordar que la mente humana puede decidir qué aprender, e incluso el cómo hacerlo, pero no puede olvidar a voluntad. Sólo podrá aprender nuevamente con un esfuerzo enorme para reescribir el nuevo y correcto contenido. Repito: es mejor no dar contenido en el aula, pero corregir inmediatamente lo que se está haciendo, a dar todo el temario, pero fijar errores. Es así como hemos generado en educación la disortografia, la disgrafia, la ingente cantidad de alumnos con faltas gramaticales, las innumerables dislexias, etc.

Evidentemente el uso de los esquemas como herramienta clave se ve especialmente potenciado por el uso de la evaluación oral, frecuente y no programada, por parte del profesor, una práctica tan presente en Europa como ausente en España. Además permite los repasos de la asignatura al comenzar la clase centrando la atención en lo estudiado anteriormente y resumir lo visto al final de la clase, dos tareas pedagógicamente fundamentales, pero prácticamente descuidadas por una real falta de tiempo en el aula.

Una estructuración del tiempo y de las tareas en casa

Tan importante es la técnica de estudio como organizar adecuadamente las tareas y el tiempo cada tarde. He comprobado innumerables veces que los alumnos con fracaso escolar, e incluso con problemas de estudio, no presentan casi nunca una organización coherente y efectiva del mismo. El alumno al llegar a casa suele ponerse cómodo y merendar antes de ponerse a estudiar. Ese tiempo de estudio tiene que estar reflejado en un horario diario bien estructurado en fases y no ser un “sálvese quien pueda” que dependa de la cercanía de los exámenes o la apetencia de estudiar una asignatura y otra.

La propuesta que propongo en mi metodología MdE 360º es sencilla y clara y, aunque con el tiempo se puede adaptar, es bueno empezar con algo sencillo y estructurado.

  1. Agenda.

La agenda es el instrumento principal para la planificación. Su función no se limita a anotar las fechas de los exámenes, sino que debe de ser la de distribuir las tareas que se tengan que realizar para un determinado día. Es importante, sobre todo en secundaria, que el profesor mande al final de la clase las tareas para la siguiente vez y que éstas se apunten para el día que son. En cada día es preciso distinguir las tareas que son para entregar ese día, de las que habrá que hacer esa tarde, pero que resultan ser la planificación para otro día. Esta división puede ser una línea horizontal en la agenda o diferentes colores, eso es lo de menos.

AgendaPor ejemplo, si un lunes el profesor de matemáticas manda 30 ejercicios para la siguiente vez y ésta fuera un viernes, el alumno debería apuntar en viernes las tareas a entregar. Luego en casa debería distribuir esas tareas a lo largo de los días anteriores, por ejemplo, poniendo 10 ejercicios el martes, otros 10 el miércoles y otros 10 para el jueves. De este modo el alumno llegará el viernes con los ejercicios realizados y los tendrá lo más reciente posible, mejorando la atención a la corrección (que como hemos dicho se debería hacer siempre con el profesor y cuanto antes).

Esta forma de usar la agenda permite ser más eficientes en el estudio, pero también permite trabajar la atención, la planificación (como función ejecutiva), el orden, la concienciación del trabajo, la implicación personal y, por ende, la más importante: la motivación al estudio, ya que da más satisfacción verse parte del proceso de la selección de tareas que sentirse obligado pasivamente a estudiar lo que digan y cuándo lo digan otros.

  1. Realizado de esquemas.

La siguiente tarea es la más importante y es la esencia de un aprendizaje eficiente y un estudio adecuado. El alumno tiene que retomar lo que se ha explicado por la mañana en clase, leerlo en el libro, identificar las ideas esenciales que se exponen (lo ideal es el uso de la técnica del subrayado), reconocer su estructura y categorización lógica (proceso fundamental y necesario de abstracción y deducción pero de forma organizada y lógica), plasmar esas ideas en un esquema que permitirá su repetición en los siguientes días (técnica de la memorización por repetición) o su repaso (técnica que permite no olvidar lo memorizado).

Las ventajas son importantes. El contenido será no sólo comprendido mejor, sino personalizado y adaptado al estilo de cada uno. Además, al verbalizar sus esquemas, o apuntes, no aprenderá literalmente las frases del libro, sino que expresará cada vez las ideas de un modo distinto, dejando constante el contenido, pero no la forma. Finalmente, la segunda ventaja más importante, es que con el tiempo el alumno será capaz de estudiar más contenido (libros y apuntes del profesor), así como expresar de forma más personalizada y convincente lo que sabe (habilidad comunicativa tan fundamental como ausente en los alumnos de hoy que ya no saben explicar ni lo que saben  ni lo que sienten).

Evidentemente, para realizar unos esquemas es preciso que al principio alguien le muestre cómo se hace y cómo es mejor o peor, por lo que es muy importante que el profesor en sus clases les muestre cómo sacar las ideas de los libros o dónde están las ideas que ha presentado en la explicación, incluso realizando o entregándoosles los esquemas para que aprendan. Pero en NINGÚN caso es adecuado entregarles los esquemas ya realizados para evitar que empleen demasiado tiempo en esta tarea, ya que es la forma fundamental de “apropiarse profundamente del contenido”[1] de una forma personal y sistematizada.

En cuanto al orden de dificultad, aconsejo empezar por realizar los esquemas de dificultad media, luego los más exigentes y finalmente los que cuesten menos. De este modo los primeros permiten entrar en tarea, los siguientes aprovechan del máximo rendimiento y los últimos podrán realizarse con más cansancio. Es importante de todas formas realizar descansos cada hora aproximadamente, pero procurar que no superen los 8-9 minutos. Una desconexión demasiado breve no cunde, pero una demasiado larga nos obligará a un tiempo para recuperar la concentración.[2]

  1. Realizado de tareas.

La siguiente fase propuesta en la organización del estudio diario consiste en realizar las tareas que se tienen planificadas para realizar ese mismo día o las que se han mandado ese mismo día para el siguiente. Si no hay deberes es bueno dedicarle un tiempo a revisar lo que habrá que entregar al día siguiente o por lo menos tener frescos los ejercicios o actividades próximas. Desde primaria se mandan tareas de un día para otro, pero con el tiempo el alumno debe de aprender a organizarse para realizar muchas tareas y trabajos a largo plazo. Es importante tratar de realizar las tareas en los días más próximos a la fecha de entrega, para garantizar una óptima capacidad de revisión o demostración en clase.

  1. Repaso de esquemas pasados.

Una vez realizadas las tareas es recomendable retomar los esquemas realizados los últimos dos días y repasarlos en voz alta (si es posible). No se trata de memorizar los que se acaban de realizar porque su contenido es aún reciente (el alumno ha entendido en clase, leído en casa y realizado subrayado y esquema) y repasarlo no sería eficaz (excepto en caso de memorias muy pobres). En general la memoria presenta una curva propia por la que repetir lo que se acaba de esquematizar no tiene mucho sentido, y repetir lo que se ha visto hace demasiado tiempo costará un esfuerzo casi como si se viera de nuevo. Es preciso encontrar un punto intermedio.

Gráfica MemoriaAl repaso de los esquemas de los últimos dos días, aconsejo añadir el repaso el fin de semana de todos los esquemas de la semana. La idea neuropsicológica yacente es la de generar redes neuronales diariamente e ir reforzándolas mediante reactivaciones cada vez más espaciadas en el tiempo. Estas reactivaciones tienen que darse antes de que su acción activadora sea insuficiente para recordar el contenido (es decir, antes de un olvido completo de los conceptos), pero después de que se estuvieran degradando algo, de lo contrario no se harían más fuertes, pues no tiene sentido tratar de fortalecer redes neuronales que ya están fuertes o activas.

  1. Práctica de instrumentales.

La siguiente fase de estudio va dirigida a la consolidación de aquellos aprendizajes que no tienen que ver meramente con la comprensión y memorización, sino con un proceso de automatización y que son estructurales de todo saber. Es el caso de las matemáticas (o ciencias en general) y los idiomas (sobre todo la asignatura de lengua).

Así, una vez terminado de hacer los esquemas, hacer las tareas, y de repasar los esquemas realizados, es importante dedicar un tiempo diariamente a consolidar los conocimientos de esas disciplinas que exigen “saber hacer” casi sin pensar o lo que se llama “conocimientos automatizados”. Pueden dedicarse 10 minutos a matemáticas, 10 a lengua y 10 a inglés (por ejemplo), o dedicarles cada día 30 minutos a cada una. Eso es a gusto y decisión personal, pero es fundamental que no se trate de aprender matemáticas por la vía exclusiva del “saber cómo se hace”, sino que se practique hasta que las operaciones y pasos propios de cada cuestión estén tan automatizadas que el alumno pueda centrarse en el razonamiento matemático. De no dedicarle este tiempo encontraremos alumnos que sabrán hacer ecuaciones, por ejemplo, pero serán lentos y se confundirán en las operaciones, los signos, saltarán pasos en el procedimiento, etc. En los idiomas ocurre algo parecido. Es importante manejar con cierta automaticidad el vocabulario, los verbos irregulares, la gramática, etc. En general, las matemáticas y la lengua se definen como instrumentales porque son contenidos que van creciendo y cuyas novedades se apoyan en lo aprendido anteriormente, por lo que no se pueden no tener bien consolidadas las bases, de allí que los Alumnos con Necesidades Educativas Espaciales (ACNEEs) reciban principalmente adaptaciones en esas asignaturas.

Como nota final es importante decir que es tan necesario hacer muchos ejercicios como tenerlos prontamente corregidos, de lo contrario se genera un aprendizaje negativo de los errores. Es lo que ocurre actualmente con la ortografía, la caligrafía, desatención a las operaciones matemáticas, defectos de pinza en los niños de primaria, etc., errores casi todos derivados de repetir muchas veces la falta sin una práctica compensatoria correcta que sobrescriba un aprendizaje erróneo. Y el problema es que la mente humana puede aprender voluntariamente y olvidar con el tiempo, pero ese olvido no puede realizarse a voluntad, sólo se le puede poner remedio sobrescribiendolo con nuevos aprendizajes que con el tiempo exigen más tiempo y dedicación.

  1. Adelantamiento de contenido difícil.

El tiempo que se ha establecido para estudiar cada tarde tiene que ser un tiempo fijo y representado en un horario visible e impreso que el alumno tenga siempre delante (no es cuestión de memoria o de sabérselo). El alumno tiene que aprender a estar trabajando ese tiempo cada tarde, para que se automatice y sea una rutina. Esto hace más llevadero el hábito de estudio, algo especialmente importante cuando la exigencia académica aumente.

Si todas las tareas anteriores han agotado el tiempo de estudio, puede dejar de estudiar, pero si por alguna razón le sobrara tiempo para cumplir con su horario, aconsejo emplear el tiempo restante para adelantar tareas (por ejemplo, las que debería hacer al día siguiente) o para leer anticipadamente la lección que tendrá al día siguiente y que le cueste atender en clase (por la asignatura el estilo del profesor, etc.). Es una buena forma de familiarizarse con el contenido permitiendo una atención más dirigida a la comprensión profunda. Una última opción para ocupar ese tiempo es la lectura. Es preciso leer mucho para adquirir una buena estructura de pensamiento, un vocabulario enriquecedor, desarrollar la capacidad de esperar en el aprendizaje que se torna en la virtud de la paciencia, y para trabajar la capacidad de procesamiento simbólico propio de la lectura (y antagónico al que ofrecen los videojuegos o las redes sociales).

CONCLUSIÓN

Es preciso incorporar un estudio basado en esquemas, donde el alumno entienda el contenido, lo esquematice y use esos esquemas para memorizar las ideas, así como para aprender a exponerlas lo mejor posible. En un principio tendrán que aprender a hacerlo y el profesor, en su clase, tendrá un papel importante. Además, en casa el alumno necesita un horario de estudio y una planificación diaria para ir poco a poco asimilando y afianzando lo que estudió.

La evaluación oral aleatoria casi diaria realizada por el profesor en clase es un instrumento muy potente para repasar, integrar la realización de los esquemas, el aprendizaje de la exposición oral, así como potenciar el trabajo diario en casa.

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Nota sobre los idiomas y el bilingüismo

Personalmente no estoy a favor del modelo de bilingüismo que se está implantando en España. No tiene sentido y no ha sido elaborado por personas relacionadas con la educación o, por lo menos, realmente bilingües. He estudiado inglés en todo mi recorrido escolar y soy bilingüe en español-italiano.

Un idioma se aprende como idioma materno si se le utiliza diariamente desde muy pequeño para la comunicación básica y sencilla. Es suficiente que esto ocurra los primeros 4 o 5 años para que las estructuras del pensamiento tengan una correlación neuronal paralela en los dos idiomas. Al estudiar un idioma simplemente en clase o en unas asignaturas, sólo consigue que esa asignatura se estudie menos y que agote los recursos mentales que se deberían dedicar a la comprensión de su contenido conceptual y no lingüístico. No se trata de estudiar una asignatura en inglés, sino de aprender a pasar de unas estructuras lingüísticas a otras en un entorno comunicativo sencillo y es suficiente que esto ocurra en modo pasivo, pero continuo. Si por ejemplo uno de los padres habla siempre en un idioma y el otro en otro idioma, se establece una mentalidad bilingüe. Así de sencillo.

Si se quiere que nuestros alumnos aprendan bien el inglés, sería mejor, en mi humilde opinión, dar más clases de inglés que dar más asignaturas en inglés. Al final observo que los alumnos compran el mismo libro en castellano y en inglés, para estudiar en casa en castellano y luego aprender a explicarlo en inglés, con el consecuente doble trabajo, un odio al idioma y una deterioro del estudio de la asignatura.

Otro error muy grave que se observa en este sistema educativo, compartimentado por diferentes “expertos” en todo menos que en educación, es que en muchas ocasiones se pretende enseñar a hablar en inglés con estructuras lingüística que ni siquiera se han aprendido en castellano. Es un absurdo. Al no ser un bilingüismo real, el alumno necesita poseer una estructura clara de su propio idioma antes de tratar de comprender con la de otro idioma que, como es el caso del inglés, es muy distinta. Es un ejemplo la conjugación del verbo “I have”, “you have”, “he or she has”, etc. Si no ha practicado nunca en castellano esa misma forma de conjugar sujeto y verbo, no comprenderá su significado y menos si queremos introducir conceptos como el “do you have” o el “got”. Primero se deberá explicar cómo se conjuga en castellano y luego entender el traslado al otro idioma. Otro error muy común es observar a los niños de primaria estudiar los verbos irregulares antes de explicarles las formas verbales en su idioma. Simplemente no tiene sentido y puede llegar a ser contraproducente.

Una vez que se posee la estructura lingüística básica de un idioma y a partir del propio, se podrá proceder a la incorporación de vocabulario y sólo entonces tendrá sentido empezar tratar de comunicarse con un profesor nativo que les ayude en la auténtica pronunciación y la soltura comunicativa. Pero sin estructura y vocabulario es como tratar de aprender astronomía con sólo mirar muchas horas el cielo.

 

Diego Cazzola
Psicólogo Orientador

 

[1] Lo que antiguamente se decía “comprehender”, ahora en desuso, del latin “cum prehendĕre”, abrazar, entender, penetrar, rodear por todas partes, coger, hacerlo tuyo.

[2] Los tiempos son indicativos porque dependen mucho de cada persona, pero lo importante es entender las consecuencias del exceso de descanso. Es fundamental que las actividades no activen procesos mentales contrarios al estudio, como por ejemplo videojuegos, uso de móviles, llamadas de teléfono, etc. porque generarían una desconexión excesiva dificultando mucho una nueva concentración. Este tiempo puede usarse para hacer la cama, bajar la basura, darle de comer a la mascota, regar unas plantas, tomar un vaso de leche, saludar un hermano o ir al baño y respirar un poco por la ventana.