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Cómo ganarse el respeto de nuestros alumnos

Ganarse el respeto de los alumnos es algo que a todos los docentes nos interesa tanto como nos preocupa. Lo cierto es que trabajar en un grupo en el que los alumnos te admiren y te respeten supone una gran satisfacción tanto en el plano personal como en el plano profesional. En muchas ocasiones tendemos a confundir el respeto con la autoridad y no es así.

Unas ideas para ganarse el respeto de los alumnos y así poder trabajar en unas condiciones óptimas en el aula y, por supuesto, ser más productivos, pueden ser las siguientes:

1. Dar ejemplo. El docente no tiene la misma posición que el alumno en el aula. En muchas ocasiones tendemos a distanciarnos mucho de nuestros estudiantes y ello conlleva un cierto peligro. A mayor distanciamiento con tus alumnos, más difícil se hace ganarse su respeto, ya que te ven más como una autoridad que como un docente con ganas de transmitir valores y conocimientos. Dar ejemplo a tus alumnos es algo tan sencillo como respetar las normas del centro y echar a un lado lo que entenderíamos como privilegios. Para dar ejemplo debemos evitar:

  • La falta de puntualidad al inicio y al final de la sesión lectiva.
  • El uso del móvil en el aula sin una finalidad estrictamente educativa.
  • Ausentarse del aula con regularidad. Demuestra falta de previsión y de planificación.
  • El retraso en la corrección de pruebas, exámenes y trabajos.
  • Faltar al respeto a nuestros alumnos. Es importante llamarles la atención a solas, no en clase para cuestiones humillantes.
  • El trato desigual a tus alumnos.
  • Ser coherentes entre lo que se dice y lo que se hace, respetando en todo momento las reglas del centro.

2. Tono de voz. El tono de voz es un aspecto determinante para ganarse el respeto de tus alumnos. En muchas ocasiones nuestro tono de voz determina la motivación de los alumnos. Hay que evitar un tono monótono y cansino porque provoca que el alumno deje de escucharnos. En muchas ocasiones nuestro tono de voz no es el adecuado y refleja con demasiada claridad nuestro estado de ánimo. No es mejor profesor aquel que tiene un mayor tono de voz. Es importante que nuestra voz refleje decisión y pasión, que nos creamos aquello que estamos transmitiendo, que mostremos lo atractivo y bello de lo que enseñamos, y, finalmente, que evitemos vacilaciones y anacolutos (no finalizar una oración y empezar con otra). Además, es fundamental sacar partido a nuestra voz y para ello es recomendable tener unos hábitos saludables como:

  • Hidratarse durante toda la jornada laboral.
  • Evitar gritar.
  • Evitar hablar en el momento en que varios alumnos lo estén haciendo al mismo tiempo.
  • Tener una conducta postural adecuada.
  • No hablar mientras borramos la pizarra.
  • Aprender a respirar con el diafragma.
  • Expulsar el aire por la nariz.

3. Actitud corporal. Otro factor para ganarse el respeto de nuestros alumnos es la actitud corporal con la que afrontamos una clase. Es fundamental que noten nuestra presencia en el aula en todo momento. Nuestra actitud corporal debe ser decidida y enérgica, porque en muchas ocasiones transmite mucho más que nuestra voz. Debemos ser capaces de utilizar todo nuestro cuerpo para captar la atención de nuestros alumnos. El lenguaje no verbal es un tipo de lenguaje que complementa nuestras enseñanzas y es una herramienta muy útil para reforzar los contenidos. Para ello es recomendable:

  • Gesticular con las manos cuando pretendamos destacar un aspecto que nos parece importante.
  • Movernos de vez en cuando por toda la clase (sin marear).
  • Ser expresivos con nuestro rostro a la hora de manifestar sentimientos, deseos u órdenes.
  • Caminar erguidos y con paso decidido y firme.
  • Mirar al alumno que nos está hablando en ese momento, y especialmente al que se distrae fácilmente.
  • Estar callados y utilizar nuestro cuerpo cuando en el aula se producen conductas disruptivas. Hay veces que un gesto es mucho más eficaz que dar una orden de forma oral.

4. Preparación y coherencia. Otro factor muy a tener en cuenta de cara a ganarse el respeto de tus alumnos es preparar a conciencia las clases y que éstas sean coherentes con los contenidos previstos en la programación. Los alumnos valoran enormemente a los profesores que saben en todo momento qué hacer en sus clases. Es muy importante que no vacilemos durante la clase sobre lo que se va a trabajar. Es el docente el que decide en todo momento qué hacer en el aula, qué es lo esencial, que se puede omitir y qué no. De no ser así, el respeto de los alumnos se verá afectado porque perderéis capacidad de decisión y de control del aula. Otro factor, relacionado con este punto, es evitar preguntar a vuestros alumnos en qué punto del tema os habíais quedado o corregir ejercicios que ya se habían corregido el día anterior. Los alumnos notan en seguida que la clase no está preparada y eso hace que aumente la disrupción en el aula, provoque la queja de los alumnos y sea más difícil conseguir el respeto.

5. Empatía y cercanía. La empatía es un aspecto fundamental en el proceso educativo, pues es sabernos poner en la piel de nuestros alumnos mediante la escucha activa, comprendiendo la realidad y la experiencia de la que parte el alumno. Escuchar con atención a nuestros alumnos y asentir la cabeza ayuda ganarnos su respeto. Los estudiantes valoran enormemente que conectemos con ellos, que nos hagamos partícipes tanto de sus logros como de sus fracasos, tanto de sus alegrías como de sus preocupaciones. Ser docente, sin ser empático, es algo que no se puede concebir en la educación. La empatía brota del deseo de caridad, amar al alumno. Aquellos docentes que carecen de empatía son, por lo general, aquellos que tienen más problemas de relación con los demás. La empatía se relaciona con la escucha y ésta con el tiempo dedicado a hablar con él. Sin una buena relación bidireccional, no hay escucha, ni facilitamos una buena actitud para el aprendizaje.

El respeto de un profesor viene determinado por sus actuaciones en el aula y la calidad de su relación con los alumnos, sobre todo fuera del aula. No tiene nada que ver con el hecho de ser hombre o mujer, de ser un profesor recién llegado o un veterano, aunque la experiencia pueda ayudar. El respeto de los alumnos depende de nuestro trabajo, nuestra profesionalidad como docente, pero sobre todo de nuestra entrega cercana (humilde) e interesada dedicación, es decir, depende de la pasión con que llevemos a cabo nuestras clases. Así conseguiremos una de las grandes satisfacciones para un docente, el respeto y la admiración de nuestros alumnos.

Readaptación de: http://justificaturespuesta.com/5-consejos-para-ganarse-el-respeto-de-tus-alumnos

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6 sanas ideas para vivir mejor la vocación del educador

Resumen de 6 sanas ideas para vivir mejor la vocación del educador expuestas en el curso de educación afectivo sexual del 24 de mayo de la Fundación Educatio Servanda:

1. El sentido de la rebeldía adolescente (y no sólo) sirve para comprobar la existencia, el alcance y la solidez de los límites, pero en sí misma no es mala. además, les permite a los adolescentes comprobar el amor de los padres, es decir, que sea un amor valiente y fiel, capaz de ser un referente a seguir;

2. La pregunta adecuada del educador no es NUNCA «Qué hay de malo», sino «Qué hay de bueno» ya que todo lo que hacemos (Programas TV, uso móvil, horarios salidas, consolas, etc.) es educativo. Si no lo hacemos educativo nosotros, según nuestros criterios, les educará para algo que no queremos o no conocemos.

3. No se educa sin misericordia, sobre todo entendiéndola como «yo te quiero antes de que cambies, antes de que seas lo que quiero, antes de que seas bueno, antes de tus aprobados o de mis expectativas». Implica por lo tanto
– paciencia, una buena relación de diálogo bidireccional con el hijo/alumno;
– no puede dejar de lado el poner en juego la libertad del otro;
– es mejor que experimente el fracaso ante sus elecciones equivocadas y que pueda volverá un hogar estable y seguro. Ni podemos ir tras él y sus errores asustados, ni podemos echarle de casa y de nuestro corazón de padres. Esa es la firmeza y seguridad que necesita el educando. Es la misma actitud del Señor en la parábola del hijo pródigo, quien espera a su hijo con paciencia todas las noches, y que, si bien no sale tras él cuando se marcha, cuando el hijo vuelve a casa, lo acoge con inmensa fiesta y alegría.

4. La convicción del educando, tan ansiada por los padres, nace en el momento en el que se comprueba, en la propia experiencia, lo que otro me dice que es un bien para mi. Las normas tienen que ser conocidas desde el bien que tratan de defender y custodiar, por lo que, propiamente, es una cuestión de amor, no de normatividad.

5. No da igual vivir experiencias malas. Éstas nos marcan y dejan una huella, un olor a negatividad que merman la vocación a la felicidad plena, por eso hay que elegir los tiempos dedicados a cada cosa y las experiencias que se propongan a los hijos.

6. Educar es introducir a la realidad, acompañarle con guía segura para que se tome en serio su propio corazón y que lo ponga a prueba teniendo a los educadores que le quieren como referencia y modelo. Hay que enseñarles que tienen un horizonte más grande que el que se proponen ellos e incluso más grande que el de los padres.

Ver: http://www.educatioservanda.org/curso-afectividad

Curso: CÓMO EDUCAR EN EL AMOR http://www.educatioservanda.org/curso-afectividad/

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