1. Lo que realmente hace eficaz el estudio

Estudiar no es una tarea más, sino una tarea culmen. Para estudiar, hace falta que la persona esté bien y lo más equilibrada posible. Sin educación, no sería posible para el ser humano estudiar o dedicarse a tareas culturales y de crecimiento personal. El ser humano precisa de la educación y del amor para recibir formación. Esto implica que, previamente al aplicar técnicas específicas para el estudio, se atienda adecuadamente a ciertos aspectos humanos. Estos aspectos son todos importantes y de forma simultánea, aunque, acorde al crecimiento de la persona, se manifiestan y crecen de distinta forma:

A) El primer aspecto a tener en cuenta es el orden físico.

El cuerpo necesita estar sano a nivel neurológico, equilibrado a nivel hormonal, vivir con una alimentación sana y adecuada, un sueño más que suficiente y ajustado a la edad, hábitos de orden con límites claros y sencillos que regulan la actividad cerebral predisponiendo aprendizajes de forma ordenada y una estimulación adecuada entre otras cosas. Ésta última es fundamental y de las más disociadas de la eficacia en el estudio, pero muy importante. Hace referencia al contacto físico como muestra de cariño y ternura, una comunicación basada en la escucha y la comprensión, un lenguaje estimulante y correcto, actividades lúdicas que estimulen sensorialmente el cerebro, etc.

B) El segundo aspecto tiene que ver con la capacidad psíquica.

La psique no es una propiedad emergente de lo biológico, sino aquello que vemos expresarse en el cerebro de forma localizada. Sin embargo, estas capacidades son precisamente las que no radican en el cerebro, sino que simplemente lo usan para funcionar en el orden físico natural. Estas capacidades son la inteligencia y la voluntad principalmente, pero podemos incluir el acto consciente de nuestra actividad y algunas virtudes relacionadas con los hábitos adquiridos. La relación entre lo psíquico y lo físico es esa unión hipostática que une el alma y el cuerpo de forma inseparable (hasta la muerte). La inteligencia se dirige a la realidad “verdadera”, la voluntad se dirige a la realidad “buena”. Ambas son determinantes a la hora de comprender lo que se estudia y aprende, pero sobre todo son importantes para comprender el significado último de nuestra realidad. Sin embargo, para realizar esto último de forma completa, es preciso el cuarto aspecto.

C) El tercer aspecto indispensable para un correcto aprovechamiento del estudio es la dimensión afectiva.

El hombre es cuerpo y alma, inteligencia y voluntad, pero cada acción que realiza, cada pensamiento que desarrolla, está empapado de emociones y sentimientos. Estos no tienen connotación moral y no son ni buenos ni malos, sólo determinan el grado de positividad de toda experiencia desde el momento que se hayan formado en la gestación los núcleos cerebrales que permiten procesar la información emocional (que son de los primeros). A lo largo de toda la vida los aspectos principales de esta dimensión tan transversal como siempre presente son modelados por las relaciones familiares, de lo amigos y, finalmente, con uno mismo.

– A nivel familiar es imprescindible el amor incondicional por parte de los padres. Esto significa ser querido antes de una demostración de bondad, corrección, aprovechamiento o de una respuesta deseada. Se trata de un amor que se da “por ser quien se es”, no “quien se debe de ser”. Es preciso además un cierto equilibrio en las relaciones de los padres, quienes amándose hacen llegar su amor a los hijos y no cada uno por su lado. Finalmente, es importante un ejemplo admirable y que proponga miras educativas más amplias que la de los mismos padres. Es preciso transmitir aspiraciones mayores, trascendentes sobre todo, para que la educación de los padres no termine reduciéndolas con el tiempo o simplificándolas por falta de sentido profundo.

– A nivel social observamos la importancia de compartir con los amigos y generar comunión, así como aprender a salir de uno mismo para entregarse a los demás. Los amigos no son sólo para pasar el rato, sino para crecer en la búsqueda de la auténtica vocación personal y de la verdad personal y comunitaria.

– A nivel de uno mismo podemos hablar de autoestima. Ésta no consiste en quererse mucho, sino sobre todo en saberse valioso por “quién es uno”. Las fases para educar la autoestima, correctamente entendida, son “ser” queridos, “sentirse” queridos y, finalmente, “saberse” queridos. Esto implica la existencia de un amor personal que el niño tiene que recibir (de Dios y de los padres principalmente), sentirlo (abrazos, tiempo, compañía, etc.) y, lo más importante y olvidado, saber que ese amor es real en su vida. Sin estos pasos es complicado que pueda salir de sí mismo y entregarse a los demás, que es el único camino que Cristo nos ha revelado que lleva a la felicidad. Es el saberse amado como Dios nos ama que nos da la auténtica y sólida razón de sabernos valiosos y amables. Esa certeza interior que se inicia en la familia por medio de los padres, principalmente, es realmente la autoestima. Nadie que no haya sido amado puede amar a otros plenamente y desde luego esa herida  interfiere enormemente con la capacidad de aprender y estudiar, pues esa falta genera un vacío desequilibrador en nuestro interior que genera un desorden en búsqueda de lo verdadero que es difícilmente compatible con el estudio académico.

C) El cuarto aspecto que es preciso para estudiar con eficacia es la capacidad espiritual.

Al estar en orden del don y de la gracia definir este aspecto como una capacidad no es muy adecuado, pues no depende de nuestra voluntad, sino que “se nos es dada”. Sin embargo, hay muchas cosas que podemos hacer para lograrla, como es pedírsela a Dios (oración) y cuidar las herramientas que nos ha dado para alcanzarla (vida evangélica y sacramental). Este aspecto hace referencia a la relación con Dios y su autenticidad. Nuestra transparencia al amor de Dios depende de su presencia en nosotros. Permite al estudiante que el estudio no quede en nociones y conceptos, sino en cimientos que introducen a una realidad mayor y más profunda que es el sentido personal, nuestro destino en Dios y su caminar en él. Es lo que realmente desarrolla la libertad como capacidad de entrega voluntaria y amorosa a Dios y  a los demás y que alcanza la madurez tan deseada por padres y profesores, así como el deseo de conocimiento profundo y personal, motivado y responsable. Y lo más importante, permite la aceptación del misterio y del sufrimiento desde la paz interior y el ofrecimiento personal.

Estos cuatro aspectos son los que realmente son necesarios en un nivel mínimo para poder estudiar y que son esenciales para que el estudio sea realmente eficaz. Una vez que queden garantizados en la mayor medida, tendrá sentido aplicar una técnica de estudio basada en una adecuada planificación, en un trabajo realizado mediante subrayados y esquemas que tenemos que aprender a comunicar a los demás con soltura y a aplicar a nuestra realidad para vernos activos en el aprendizaje.

Pasamos ahora resumir los aspectos principales de la técnica de estudio.

2. La técnica de estudio:
planificación, subrayado, esquemas y verbalizaciones

2.1 La planificación

Es preciso planificar lo que tenemos que estudiar y

mantener un orden adecuado. La agenda, el horario, un buen procedimiento de estudio (mañana y tarde) y manejar el subrayado y los esquemas son casi imprescindibles.

A) La agenda.

Una herramienta básica es la agenda, donde lo ideal es apuntar las tareas “para el día que son”, de modo que éstas se vayan acumulando en ese día y nos permita planificar cómo y qué trabajar los días anteriores para llegar a ese día y tenerlo todo hecho. Hay muchos modos de apuntar las cosas en la agenda, pero esta diferenciación entre apuntar las tareas en el día que son dadas y en el día que deben de ser entregadas es sustancial. En el primer caso, suficiente para la educación primaria, usaríamos la agenda como un “acta” (que significa “cosas hechas”), en el segundo, más adecuado para ser adquirido en secundaria, la estaríamos usando como una “agenda” (que significa “cosas por hacer”).

Es útil dividir cada día en la agenda escolar con una línea horizontal que permita apuntar en la parte superior las tareas que se tienen que traer realizadas ese día y todo lo que acontecerá (ej. exámenes), así como los materiales específicos o puntuales (folios, reglas, calculadora, etc.). En la parte inferior podremos apuntar por la tarde (que es propiamente la planificación) la distribución de las tareas para los días siguientes.

B) El horario

Es necesario tener un horario fijo (de lunes a domingo) donde aparezcan:

  • Las horas de estudio de clase (matemáticas, lengua, plástica, recreos y descansos, etc.);
  • Las actividades rutinarias de cada tarde (piscina, pintura, clases particulares, piano, etc.);
  • El tiempo dedicado al trabajo personal (ej. Martes de 17 a 20, miércoles de 17 a 19, etc.);

Este horario tiene que estar muy visible en el cuarto de estudio. El de la agenda es el horario fijo de las asignaturas de la mañana, pero en el lugar de estudio debe de aparecer un horario también con las actividades y dedicación de la tarde (deportes, academias, actividades, etc.).

C) El procedimiento del estudio diario.

Podemos dividirlo en lo propio de la mañana, de la tarde y del fin de semana.

Por la mañana:

  • Tomar notas en clase: en folios o en el libro, pero poniendo fecha y numeración de páginas (sobretodo para los más mayores);
  • En la agenda apuntamos al final de la clase y para el día que serán: tareas, ejercicios, trabajos, exámenes, etc. No tiene sentido apuntar las tareas de un día, en ese mismo día; hay que apuntarlas en el día para el que nos interesa que estén hechas.

Por la tarde:

  • Revisión de la agenda para saber qué hay que hacer esa tarde y qué tendremos que hacer los siguientes días o semanas (para que no se nos escapen los trabajos y las tareas fijadas a largo plazo y que hay que preparar con tiempo) y, sobre todo, para distribuir las tareas de cada día en las tardes previas;
  • Creación de esquemas de los temas que se han tratado por la mañana (estar atentos en clase y comprenderlo todo por la mañana es fundamental para que esta parte no conlleve demasiado tiempo). La razón de hacer primero los esquemas es la presión del tiempo: ésta es mucho mayor para las tareas que para los esquemas, pues son más “necesarias” para el día después.
  • Realización de las tareas y ejercicios que se tienen para el día siguiente (si no hay nada pendiente o se han terminado, podemos adelantar deberes de otros días procediendo sistemáticamente);
  • Repaso de los esquemas realizados los dos días anteriores. Favorece la memorización y el hacer propio lo aprendido, aportando soltura a la exposición. No tiene sentido repasar los esquemas recién hechos, sino los que ya se están empezando a olvidar y que se realizaron los últimos días.
  • Si sobra tiempo (con respecto al tiempo mínimo impuesto y que tiene que ser fijo cada día) es oportuno revisar el material de las clases del día siguiente (leer la lección del día después), de este modo se facilitarán los procesos de atención (por la familiaridad del contenido) y de comprensión (por una mayor atención y elaboración en clase). En este tiempo se pueden trabajar los idiomas, las matemáticas y la lengua, es decir, lo que es propio de asignaturas instrumentales de contenido concadenado y acumulativo. Éstas es mejor trabajarlas un poco cada día o de forma fija y constante.

En el fin de semana:

A nivel semanal es oportuno dedicar un tiempo al repaso de los esquemas hechos durante la semana (75% del tiempo) y un tiempo para aquellos que son de las últimas 2 ó 3 semanas (25% del tiempo dedicado), siendo el total de tiempo suficiente unos 90 minutos (dependiendo del período académico y de la rapidez y dedicación del alumno). Los primeros consisten en repasos verbales rápidos, los segundos mentalmente o en voz baja. A veces, con sólo mirar los esquemas quedan reactivados los contenidos asociados, especialmente cuando ya se han realizado muchos repasos (o verbalizaciones).

Esto permite una reactivación del contenido estudiado una mañana y reactivado esa misma tarde. De este modo se consigue reducir el desvanecimiento del aprendizaje.

2.2 El subrayado

El subrayado consiste en manifestar la relación entre las ideas principales y secundarias y la relación que hay entre ellas. Para eso es aconsejable identificar en cada texto las palabras que nos recuerdan, para cada concepto principal, de lo que trata. Esta palabra la subrayaremos en verde (concepto). Sin embargo, todo aquello que tenemos que saber sobre cada concepto, lo subrayaremos en amarillo (descriptivo) usando, en la medida de lo posible, una tira de subrayado por cada descriptivo. De este modo fijaremos una correspondencia entre lo visual del subrayado y la relación lógica, y estructurada, de sus conceptos.

Para esto propongo estas dos preguntas:

  1. ¿De qué me está hablando? -> Concepto (verde)
  2. ¿Y qué tengo que saber sobre ello? -> Descriptivo (amarillo)

Evidentemente, los conceptos están estructurados con otros subconceptos, por lo que con un subrayado más o menos grande, reflejaremos también la organización conceptual en sus categorías conceptuales.

El objetivo del subrayado en un sentido más amplio es centrar nuestra atención en identificar la definición de lo que nos están hablando, sus características, funciones, consecuencias, explicaciones, clasificaciones, procesos, partes y poco más. Identificando estos aspectos será muy sencillo pasar estas ideas de forma organizada al papel, esto es, al hacer un esquema y elaborar una exposición bien estructurada.

Un ejemplo[1]:

2.3 El esquema

Permite recoger las ideas, cuya organización tenemos clara, en un papel donde podremos reordenarlas, simplificarlas, resumirlas y distribuirlas en el espacio, en modo que podamos tener todo lo esencial, pero todo lo necesario, para repetir lo aprendido en voz alta (eso es lo ideal) usando el esquema como guía.

Es mejor que los esquemas respeten nuestro modo de procesar la forma y el espacio, es decir: de arriba a abajo, de izquierda a derecha, sin líneas muy largas, sino con texto recogido y ordenado, donde el tamaño mayor es reservado a las ideas que más relevancia tienen para recordar otras (importante en títulos y subtítulos), pues lo más grande, llamativo, y que más destaca se recuerda más, por lo que es importante que sea lo que, en su contenido, también es lo más relevante.

Continuando con el mismo ejemplo:

2.3 Las verbalizaciones

Las verbalizaciones son las repeticiones del contenido que hemos aprendido y esquematizado en voz alta hasta conseguir soltura y darle personalidad, es decir, hacer nuestro lo aprendido.

Las verbalizaciones, en sus diferentes formas, permiten enfocar el mismo contenido desde diferentes puntos de vista y ordenaciones lógicas y conceptuales. Facilitan la fijación del contenido, pero no tanto de su forma, promoviendo así una desvinculación del conocimiento de su fuente originaria (apuntes, explicaciones del profesor, libros, etc.).

Según combinaciones podemos identificar cuatro tipos:

  1. Sistemática completa: así como está escrito, de arriba a abajo, es decir, desde el título hasta el final y pudiendo usar todas las palabras del esquema;
  2. Sistemática parcial: lo mismo que la anterior con la diferencia que nos obligamos a no decir ciertas palabras e intentar encontrar sinónimos y circunloquios;
  3. No-sistemática completa: verbalización de todo el esquema en modo transductivo (de particular en particular), empezando por un concepto cualquiera y creando un hilo argumentativo lógico que enlace todos los demás conceptos. Consiste en decir lo mismo pero cambiando el enfoque. Permite desarrollar el dominio del contenido dejando este fijo pero cambiando la forma de exponerlo.
  4. No-sistemática parcial: lo mismo que la anterior pero con una omisión de cierta terminología. Su finalidad es desarrollar la expresión verbal, fijar fuertemente el contenido y crear conocimiento verdadero (independiente de la fuente y permanente).

 

Diego Cazzola Boix
(Psicólogo Orientador)
www.mde360.es

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Más info sobre este tema:

Los procesos del aprendizaje
La técnica de estudio
Pautas para confeccionar un examen
Aspectos a trabajar con alumnos de altas capacidades

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[1] «Los elefantes: sensibles, sociales y sabios». Material del colegio Ayalde de Loiu (Bizkaia): www.ayalde.com