Pues no creo que los hijos puedan ni deban llenar el vacío existencial de los padres. Me parece tremendo. Los hijos serían entonces un derecho, pues tengo derecho a la plenitud a la que estoy llamado ontológicamente. No. Los hijos son un don de Dios, son personas que Dios encomienda a unos pobres padres para que estos les lleven a Dios y en esta tarea (compartida y no unilateral) se descubren a sí mismos necesitados de Dios. En esta tarea descubrimos que somos duales en la relación paterno-filial, somos padres o madres, pero también hijos. Los hijos no están para llenar ningún vacío, aunque puedan conseguir aportar en esa dirección, y no podemos decir eso sin instrumentalizarlos. Las personas son para ir a Dios y nos ayudamos en esta tarea. Pero sólo Dios puede y debe llenar ese vacío. Tener sed implica que exista agua. Quien tiene sed la buscará, aunque no la haya visto nunca. Es un deseo parecido al de Dios, y que el mismo Jesús retoma cuando dice en la cruz «tengo sed». Pero atención, la Coca-Cola puede parecer aliviar la sed, sin embargo no lo hará. Los hijos son un camino de amor en el que descubrimos a Dios y se aclara el sentido de nuestra vida. Pero no paro de ver desastres familiares entre aquellos que creen que el cónyuge, los hijos, el trabajo, o lo que queráis, sea quien llene ese vacío. Si no somos capaces de meter a Cristo como camino y al Padre como fin, nuestro amor no dejará de ser indeciso. Hay muchas ilusiones que el demonio usa para desviarnos, y no siempre son malas, a veces simplemente no son lo suficientemente verdaderas.